Me desperté de pronto, abrí los ojos, estaba en mi cama,
deseé que nada hubiera pasado. Pero no fue así. Había pasado, y ya no podía
retroceder.
Miré por la ventana, estaba lloviendo. Me encantan los días
de lluvia pensé, me recordaban a él.
Me vestí, me puse su sudadera, aún olía a él, la gente no
entendía porque la seguía llevando, pero no podía quitármela, con ella sentía
que él seguía junto a mi.
Bajé a la cocina. Álex estaba allí como todas las mañanas.
Me miró, pero como de costumbre pasó de mi, me rehuía la mirada. Yo sabía que
de alguna forma se sentía culpable. Pero ¿de que? Os preguntaréis. La verdad es
que podría haber empezado por ahí. Pero no me gusta recordarlo, me recuerda a
él.
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