sábado, 21 de enero de 2012

Prólogo.



Me desperté de pronto, abrí los ojos, estaba en mi cama, deseé que nada hubiera pasado. Pero no fue así. Había pasado, y ya no podía retroceder.
Miré por la ventana, estaba lloviendo. Me encantan los días de lluvia pensé, me recordaban a él.
Me vestí, me puse su sudadera, aún olía a él, la gente no entendía porque la seguía llevando, pero no podía quitármela, con ella sentía que él seguía junto a mi.
Bajé a la cocina. Álex estaba allí como todas las mañanas. Me miró, pero como de costumbre pasó de mi, me rehuía la mirada. Yo sabía que de alguna forma se sentía culpable. Pero ¿de que? Os preguntaréis. La verdad es que podría haber empezado por ahí. Pero no me gusta recordarlo, me recuerda a él.

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