sábado, 28 de enero de 2012

Capitulo 2.





Al final me quedé dormida llorando. Por la mañana Alex me despertó.
- ¿Quieres que te lleve en moto?- me preguntó.
- No, da igual, así doy una vuelta y me despejo un poco.- Le contesté frotándome los ojos. Me dolían y se me habían hinchado de llorar.
Fui al cuarto de baño. Judith estaba allí, se me quedó mirando.
- ¿Puedes salir que me tengo que duchar?
- Te esperas a que acabe.- Me dijo con tono borde. Encima era ella la que se ofendía.
- Voy a llegar tarde.
- Por un día más no te pasará nada, además haberte levantado antes.
Respiré hondo. No tenía ganas de pelearme con ella, pero siempre me estaba picando para que lo hiciera. La odiaba.
Bajé a la cocina. Alex ya se había marchado porque tenía que estudiar.
Picaron al timbre. Dani, al menos una buena noticia.
- Hola.
- Hola, ¿que te ha pasado? ¿Has estado llorando?
- Si, bueno, pero da igual, ya está solucionado.
- ¿Pero que te ha pasado? 
- Nada, de verdad.- Le sonreí.
Me duché y fuimos al instituto.
Al entrar Judith estaba en mi clase, hablando con un grupo de gente. Supuse que Carlos estaría entre ellos.
- ¿¡Lara que te pasó ayer!?- Me dijo Mónica nada más entrar a clase.- Te he llamado veinte veces y no me has cogido el teléfono.
- Me fui a dormir pronto.
- Ya, seguro. Bueno pues cuando quieras nos lo cuentas ¿Vale?
- ¡Hola!- Dijo Sandra entrando a clase.- ¿Por qué hay tanta gente aquí?
- Ha venido su primo, y como es muy guay y muy malote la gente habla con él.
- Va, sentaros. Y vosotras iros a vuestra clase.- La profesora señaló a Judith y a sus amigas.- Carlos, ya veo que no te ha costado integrarte.- Le dijo con una sonrisa.
Genial, lo tenían que poner en mi clase. Gracias universo.

Al salir de clase, Carlos me cogió del brazo y me llevó a un sitio suficientemente apartado como para que nadie nos viera.
- Hola.- Me dijo sonriendo.
No le contesté.
- Ya nos hemos visto dos veces y aún no me has saludado, te parecerá bonito.
Me giré, pero no me dejó. Me seguía sujetando el brazo para que no me marchara.
- ¿Qué quieres Carlos?- Le solté por fin.
- A ti.- Me dijo acercándose.
- ¿A mi?- Se acercó más aún. Apenas nos separaban unos cinco centímetros.- ¿Cómo puedes tener tanto morro? ¿Qué te piensas, que voy a estar aquí esperándote toda la vida? ¿Qué voy a perdonarte todo lo que me has hecho? Pues no, estoy harta, de ti y de todo el mundo Carlos. Lo nuestro pasó, y terminó. ¿Te ha quedado claro?- Le dije por fin consiguiéndome apartar.
- Lo siento.
- ¿Qué lo sientes? ¿Después de un año?
- Si, todo el mundo se merece una segunda oportunidad ¿no?
- A ti ya te he dado muchas oportunidades Carlos, y perdiste la última ayer.
- Eso no fue mi culpa.
- ¿Cómo que no fue tu culpa? Pues yo creo que dos no se besan si uno no quiere.
- Pero ya sabes como es tu hermana.
- Si, lo se. Es exactamente igual que tu. Mira, ¿Sabes que? Que os vaya genial juntos, sois tal par a cual.

- ¿Lara pasa algo?- Dijo Alex acercándose por detrás y mirando a Carlos.
- No, yo ya me iba.- Le contestó el.
- ¿Qué pasa?
- Nada, solo quería ver si estabas bien. ¿Quieres que te lleve?
- Si, así no tendré que hablar con Dani.
Por el camino compramos  unas pizzas para comer en un pequeño restaurante italiano que había en el pueblo.
- Ya era hora, ¿Dónde estabais?- Dijo Judith sentada en la puerta de casa.
- Comprando la comida, ¿Por qué no llevas llaves?
- Me las he dejado esta mañana.
Eso es una de las pocas cosas en las que nos parecíamos. Las dos éramos un desastre.
Comí y nada más terminar picaron al timbre. Fui a abrir. Era Álvaro, un amigo de Alex. Hacía mucho que no lo veía. Desde que se cambió de instituto.me acuerdo que cuando éramos pequeñas Judith y yo estábamos enamoradas de él y le espiábamos escondidas en la escalera.
- ¿Está Alex?
- Si, está arriba, sube si quieres.- Se me quedó mirando.
- Oye… ¿Tu eres Lara?
- Si.
- ¡Como has crecido! La última vez que te vi eras una enana.- deberíais haber visto mi cara, me puse rojísima, y no supe que decir.
- Ya… Bueno, me tengo que ir, si quieres hablar con Alex está en su cuarto.
No sabía que hacer, así que llamé a Mónica y quedé con ella. Fuimos a la playa a aprovechar los últimos días de sol.
Estuvimos toda la tarde tumbadas en la arena y hablando. Le conté lo de Carlos. Ese era uno de los únicos temas de los que no podía hablar con Dani.
- ¿Sabes lo que tienes que hacer?- Me dijo.- Olvídate de Carlos de una vez por todas, Carlos ha pasado, se terminó, busca a un chico mejor que no sea un capullo.
- ¿Y de donde quieres que saque a un chico así?
- En algún sitio tienen que estar.
Pues, quiero encontrarlo, si de verdad había alguien así quería encontrarlo. Pensé, pero que aparezca ya, por que llevaba dieciséis años esperando y aún no había llegado.

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